En la actualidad, conocemos los Mandalas como una forma de colorear que se ha puesto muy de moda. De hecho, se ha puesto tan de moda que ya a cualquier libro o cuaderno de colorear lo llamamos “Mandala”.
Un Mandala viene en la forma de un círculo y se puede decir que es una forma de meditación. Según nos enfocamos en colorear las diferentes formas, nos relajamos, nuestra mente se silencia, y puede que se entre en un estado espiritual. Es una forma de estar en el presente, de practicar Mindfulness.
Qué es realmente un Mandala?
Es un símbolo espiritual en el budismo y el hinduismo. Es un símbolo que representa el universo con un mundo interior y exterior. La palabra Mandala viene del sánscrito, una lengua india muy antigua. Literalmente significa “círculo”. El círculo se ve como una forma mágica, sin principio ni fin, justo como el universo que no tiene principio ni fin.
Podemos encontrar Mandalas en todos los aspectos de nuestra vida, en la Tierra, en el Sol, la Luna, los círculos familiares, de amistad, en la comunidad.
El Mandala tiene un punto central y se usa como un objeto de atención mientras meditamos. Debido a la forma simétrica, la atención es dirigida al centro.
Cómo hacer un Mandala
Antes de seleccionar un Mandala es importante saber su significado para ti, o bien darle ese significado una vez lo tengas en la mano.
Al principio míralo, sin prisas, dejando que la mente fluya.
Deja que el Mandala tenga toda tu atención.
Escoge los colores con atención, sin prisas
Quizás con música que invite a la relajación.
Disfruta el proceso sin una meta concreta
Por qué es bueno hacer Mandalas
Con los niños es muy bueno por muchas razones, quizás una de las principales para mi es que no es representa algo literal del mundo tal como lo conocemos. Es, digamos, abstracto, lo cual invita a la creatividad y colorear sin juicios ni prejuicios. No tienen que pensar qué color es el socialmente adecuado como les pasa cuando pintan el cielo o el mar, el sol, el arcoíris.
En los adultos, colorear un Mandala ayuda a relajar, a concentrarnos en la actividad y dejar a la mente descansar.
En mis clases también hacemos Mandalas. Con los más pequeños suele ser al final de la clase, como parte de nuestra relajación. Al mismo tiempo suelo hacer masajes para incrementar el efecto de paz.
Me encanta hacer Mandalas mucho más desde que una una nueva alumna se negó a hacerlos porque ella “no sabía pintar”. Resulta que en el colegio la regañaban por no cumplir las expectativas de los “socialmente aceptable”. Se convirtió en uno de sus momentos favoritos de la clase. Ahí, en un momentito, trabajamos la autoestima, trabajo de inteligencia emocional.
Aunque desde fuera parezca que solo “están pintando”, hecho de la forma correcta es un gran trabajo interior. Probarlo en casa, mis hijos llevan Mandalas allá donde vayamos, y se pierden en ellos….
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